Estoy seguro que muchos de vosotros guardáis en la memoria momentos divertidos de algún animal que hayáis visto. En esta entrada me gustaría contaros cómo realice una de las fotografías de mi web y también de mi tienda online, en edición ilimitada.
Vivo en un pueblo de Asturias, en el cual, tengo la enorme suerte de tener, justo detrás de mi casa un pequeño bosque. No es gran cosa, lo cruzas a pie en apenas 10 minutos, pero esta lleno de vida para quien sabe esperar y observar. En el he podido observar y fotografiar multitud de especies como el jabalí, parejas de corzos, picapinos, pito real, ratonero común, alguna que otra víbora, multitud de insectos y una gran variedad de pajarillos, desde camachuelo y herrerillo capuchino, hasta carbonero común, petirrojos, reyezuelos, etc....
Era un día de primavera y acababa de comer tras mi jornada de trabajo. Tenía gusanillo en el estómago, hacia un día precioso de sol y tenía unas ganas enormes de realizar fotografías y disfrutar del campo. No me esforcé en preparar la mochila con todo el equipo, le puse la rótula de gimbal al trípode y monte el 500mm f4 en la Nikon D5. No necesitaba nada más, ni siquiera coger el coche. Una vez anclados Camara y objetivo al trípode, cargue esté en mi hombro y salí caminando de casa.
Me adentre en el bosque en silencio, siempre con pasos cortos, sin prisa, buscando atentamente, pero vigilando siempre (y esto es muy importante) dónde piso. El más mínimo ruido puede ahuyentar a cualquier animal sobre todo a mamíferos o aves muy esquivas.
El bosque está lleno de maleza en el centro, en esta zona los pinos están más separados y por lo tanto entra más luz, por lo que divido siempre el bosque en dos zonas, izquierda y derecha. En esta ocasión, me decidí por la derecha. Me adentre hasta más o menos el centro del bosque, sin suerte. Una vez allí desplegué las extremidades del trípode. Con mi espalda apoyada en un árbol, me dispuse a observar, escuchar y esperar. Tenia, gracias a la rótula gimbal total libertad de movimiento en el caso de ver algún animal y la posibilidad de tenerlo bien iluminado o a contraluz dependiendo de por donde se me acercasen. No sé cuanto tiempo estuve ahí, uno pierde la noción del tiempo cuando está relajado y lo único que escucha es el cantar de algunos pájaros en las copas de los árboles o algún mirlo buscando entre las hojas caídas y secas que nutren el suelo del bosque.
De pronto, vi como algo se movía entre los árboles. Rápidamente lo identifiqué. Una ardilla saltaba de rama en rama en mi dirección y sin darme cuenta bajo al suelo y desapareció. En silencio, se podía escuchar perfectamente que se movía entre las hojas del suelo y algunos helechos. No quise moverme, traté de pasar lo más desapercibido posible, encendí la cámara y desbloqueé el gimbal para estar preparado. De un salto, emergió del suelo con una piña, llevándola consigo a través de una rama rota que se había quedado en uno de los extremos, encajada entre las ramas del árbol mientras que la otra extremidad tocaba el suelo. En ese momento me descubrió. Se quedó en esa rama, justo a mitad de camino entre el suelo y el árbol al que se dirigía. En ese momento comencé a realizar algunas fotos.
Tras varios minutos observándome se relajó lo suficiente como para empezar a morder la piña. Emprendió de nuevo la marcha, para subirse al árbol y encontrar así un lugar más seguro. Mientras la seguía con la cámara observaba con qué rapidez y agilidad sorteaba los obstáculos y se agarraba al pino para escalarlo, pero de pronto.... se le calló la piña al suelo.... parecía como si el bosque empatizase con la ardilla y se quedase en un completo silencio en el cual se podía sentir la tensión que ella tenía. Pensé que simplemente descendería al suelo y volvería a subir, pero sin embargo, en lugar de eso, empezó a emitir unos ruidos y parecía que estuviese muy enfadada. Parecía que estuviese maldiciéndose por su torpeza o maldiciéndome a mí por estar ahí y ponerla nerviosa o simplemente maldiciendo a su suerte, por que su ansiada piña se había ido al suelo. El momento no pudo resultarme más gracioso, estaba en completo silencio observándola, con una enorme sonrisa y muerto de risa en mi interior. La joven ardilla daba pequeños saltos del tronco del árbol a un pequeño saliente que en su día fue una rama mientras seguía furiosa y maldiciendo.
Se calmó y se quedó observándome, de vez en cuando miraba su piña en el suelo, hasta que tras varios minutos (estoy seguro que le parecieron eternos), se decidió a descender lentamente y sin perderme de vista. Apenas le quedaban un par de metros para llegar al suelo cuando se paró de nuevo, le resultaba muy difícil tomar la decisión de saltar al suelo. Una vez en el, me perdería de vista y estoy seguro de que tendría miedo a ser atacada, pues ella no sabía mis intenciones. Al final, tomó la decisión y en apenas dos movimientos estaba de nuevo en el árbol con su querida piña. La rapidez con la que había saltado, cogido la piña y saltado de nuevo al árbol era increíble!
Ascendió, esta vez sin soltar la piña y lo único que alcanzaba a escuchar eran sus dientes mordiendo la piña, pues se colocó en una rama con bastantes hojas y no alcanzaba a ver su posición.
El resto de la tarde fue más tranquila, observé unos cuantos pájaros que alternaban con cortos vuelos de árbol en árbol en busca de comida y como el sol se escondía entre los árboles, descendiendo en el horizonte y dando así por finalizada mi alegre jornada en el bosque.
Uno no sabe con qué situación se encontrará cuando sale a disfrutar de la naturaleza, ya sea a un bosque, o la costa, o a la montaña, pero en ocasiones, está nos regala momentos tan divertidos como el que os acabo de contar. Estoy seguro que todas las personas que salen con regularidad a disfrutar y observar la naturaleza tienen un montón de buenas anécdotas que contar a sus amigos o seres queridos.
Ninguna de estas buenas anécdotas e historias sería posible sin nuestros bosques, sin nuestras montañas, nuestros ríos, nuestras costas y la infinidad de seres vivos que ahí habitan, por lo que es súper importante y nuestra responsabilidad mantener nuestro planeta limpio y cuidado. Cada vez quedan menos bosques donde las ardillas pueden vivir con tranquilidad, con un buen número de árboles de los cuales recogen comida para ellas y para sus crías y donde poder refugiarse de sus depredadores naturales y del ser humano.
Muchas gracias a todos por invertir unos minutos de vuestro tiempo en leerme, espero hayáis disfrutado tanto como yo disfruto compartiendo con vosotros algunas de mis anécdotas.
Un abrazo a todos!!