No siempre he pensado, que el lugar donde mejores fotos puedes hacer, es cerca de casa.
Muchas veces queremos ir lejos, descubrir, hacer fotos en lugares que no hemos visitado nunca, realizar fotos a especies que nunca antes habíamos fotografiado, pero creo que el sitio que más nos cuesta fotografiar es el más cercano a nosotros, bien por que ya lo tenemos muy visto, o por pereza a salir, ya sea por el clima, o por motivos personales. A mí, también me ocurrió que deseaba salir a conocer y me olvidaba de lo que tenía a escasos metros de mi casa. Hasta que la imagen con la que trato de iniciar este nuevo apartado en mi blog cambio mi forma de pensar.
Era un día a mitad de semana, no recuerdo exactamente el día, podría mirarlo en los datos de la imagen, pero carece de importancia. Acababa de llegar de trabajar, hacía frío y amenazaba de lluvia. Bien podría quedarme en casa, editar imágenes o hacer otro tipo de cosas, pero veía mi cámara encima de la mesa y me apetecía salir a dar una vuelta.
Me preparé con ropa y calzado apropiado por si llovía. Estaba tan nublado que incluso la cámara iba montada en el teleobjetivo junto con una funda de camuflaje para la lluvia. No cogí nada más, no iba con intenciones de hacer paisaje ni otro tipo de fotografía, unicamente la cámara, teleobjetivo y el trípode.
Cerca de donde vivo, hay una zona no muy grande, donde suelo ver corzos con facilidad, además de Ratonero Común, algún Milano Real dependiendo de la fecha, todo tipo de insectos cuando quiero hacer macro fotografía, e incluso he llegado a observar lechuzas y tejones por la noche. Los corzos tienen un pequeño bosque, donde pasan refugiados la mayoría del tiempo, pero no es difícil que a medida que va pasando la tarde, o al amanecer, algunos salgan a comer e incluso a dormir si la vegetación está alta. No era este el caso, la vegetación estaba bastante corta y en apenas 15 min por la zona ya había visto a lo lejos, tres hembras con un macho muy jovencito tumbados en una esquina en donde comenzaba el bosque. Eran las 18:00 y aún tenía tarde suficiente para intentar fotografiarlos.
Decidí continuar con mi paseo y dar un gran rodeo, ya que ellos estaban al comienzo del bosque en lo alto de una colina y yo aún me encontraba en lo más bajo, tenía que coger un poco de altura para estar al mismo nivel que ellos o incluso por encima. Rodee la colina, llegue a la entrada de una de las zonas de pasto. Normalmente no suelo entrar, son recintos privados y necesitaría pedir permiso, pero este se encontraba abierto y en lo más alto del recinto tenía una serie de pinos, no muy grandes pero lo suficiente para acercarme a ellos y avanzar sin ser descubierto. Son animales que tienen buena vista, pero sobre todo un gran oído y olfato, como te escuchen caminar o te olfateen, despídete de la foto, por eso lo mejor es caminar en contra del viento y caminar muy despacio, vigilando donde pisas incluso haciendo paradas cada pocos metros para echar un vistazo a que el animal siga distraído.
Personalmente, no me gusta que el animal sepa de mi presencia, estos en concreto son animales muy acusados por la caza y son muy asustadizos, en cuanto te descubren no dudarán en correr para ponerse a salvo, además de que cuando están distraídos las imágenes son mucho más frescas y naturales, no están posando en forma de alerta, ni corriendo(si les haces huir solo conseguirás fotografiarlos por detrás), y no hay que olvidar un punto muy importante, y es que conseguir una imagen no justifica los medios, siempre hay que tener en cuenta el bienestar del animal, e intentar intervenir en su vida lo menos posible, seguramente que por sus habilidades ellos nos descubrirán antes en muchísimas de las ocasiones, pero eso no implica que nosotros debamos acercarnos lo más lentamente posible e intentar pasar desapercibidos incluso una vez conseguida la imagen.
Aquella serie de pinos, me vinieron muy bien para caminar erguido, sin preocuparme de que me viesen a lo lejos y de que el viento les llevase un olor extraño. Cuando llegue al final de los pinos, me encontraba con el mayor problema, si continuaba lo tendría que hacer descendiendo y acercarme a tres corzos adultos, acostados y con mi silueta en lo alto y el cielo como horizonte iba resultar misión imposible, se asustarían en cuanto me alejase de la protección que me brindaban los pinos. La decisión fue sencilla, me arrodillé y me dispuse a esperar. Si cuando ellos se levantasen decidiesen alejarse un poco más del bosque y saliesen recto, dejando la zona de árboles a sus espaldas, vendrían directos hacia a mi, si no, caminarían en otra dirección y me quedaría sin foto, en ambos casos, ya saldría ganando, por que si se van en otra distancia opuesta a la mía, habría disfrutado de un largo tiempo, cómodamente viendo como descansaban, comían y se alejaban lentamente. Habría disfrutado del simple silencio, el cantar de los pájaros y aquellas cuatro preciosidades que a través del visor de mi cámara parecían estar muy cerca.
Afortunadamente ocurrió todo lo contrario.
Con lentitud y una a una, las tres hembras adultas se levantaron a comer, iban en mi dirección, muy lentamente, sin prisa, de un lado a otro en busca de comida. Solo una de las 3 caminaba en línea recta, y a la media hora desaparecía de mi vista por culpa del talud que se encontraba a escasos metros de mi. Durante una media hora más, aproximadamente, está estuvo fuera de mi campo de visión, si me levantaba para intentar observarla, esta podría descubrirme, y asustar a el resto. Además del susto, toda mi espera habría servido de poco. Aún conseguía ver a lo lejos al jovencito acostado y a una de las hembras a su derecha que caminaba paralela a la entrada del bosque.
De pronto, comencé a ver, como en el horizonte asomaban dos orejas, fue justo en ese momento cuando pase de rodillas a tirarme al suelo, encendí la cámara, comencé a medir la luz y tras ello a enfocar a dichas orejas. Sentía como se me iba acelerando el corazón a cada paso que ella daba, y con cada paso se le veía más. Las orejas, los ojos, de pronto la cabeza completa, el cuello... estaba inmóvil, no podía moverme, con cada paso que daba, iba cerrando unos milímetros el zoom de mi teleobjetivo.
Y cuando ya se le empezaba a ver el pecho, de un salto, dio media vuelta y comenzó a correr ¿como lo sabía? por como sonaban sus zancadas en el silencio de la tarde.
Se paró, de pronto, ni se le escuchaba correr ni se le escuchaba "ladrar". ¿Que habría ocurrido? Estaba tumbado en el suelo, inmóvil, bastante camuflado entre mis colores y los pinos. ¿Como me había detectado? Tras 15 minutos en la misma posición, me di cuenta de que algo le había asustado, posiblemente fuese mi presencia, pero ella no sabía de que se trataba. Intrigada por que era aquel bulto que había en el suelo, comenzó a subir de nuevo en mi dirección, paso a paso, esta vez sin parar, lentamente pero sin pausa, hasta que de nuevo en el horizonte se volvían a ver, aquellos hermosos ojos, con las orejas de punta en forma de alerta, y con la mirada puesta en aquel bulto que fuese lo que fuese estaba tirado en el suelo. Cuantos más pasos daba más fotos iba consiguiendo, hasta que el 90% de su cuerpo ya era totalmente visible, ya la tenía bastante cerca.
Mi corazón seguía acelerado, estaba disfrutando muchísimo de la situación en la que me encontraba. Estaba intrigada, nerviosa pero no asustada y cuando pensé que la tendría completamente entera, me vio, se paró tan solo un segundo, el tiempo exacto para reconocer mi silueta, al menos eso pensé yo.
Salió corriendo de nuevo, y esta vez el joven corzo se puso en pie mientras la hembra que se hallaba a su derecha corría también adentrándose en el bosque. Sabía que ese había sido mi último intento del día, por lo menos a ese grupo de corzos. Me puse en pie y vi como la hembra que había fotografiado se hallaba a medio camino entre el bosque y yo, estaba inmóvil, con la vista clavada en mi posición. Desde allí, a mí, apenas se me vería la cabeza, vi que tras varios minutos ella no continuaba corriendo por lo que no di un paso más hacia adelante, me quede en esa posición, hasta que de pronto la tercera hembra llegaba al trote a donde ella se encontraba, la miró y ambas comenzaron a caminar, mientras comían. Al final, por suerte para ellas, solo era un joven fotógrafo que les dio el susto del día y no algo peor. Cuando caminan de vuelta a casa, desde lo más bajo de la colina, aún podía ver como dos corzos comían en mientras desaparecían las últimas luces del día en aquel cielo tan nublado.
La naturaleza nos regala esos momentos tan especiales para quien sabe valorarlos. En mi opinión dichos momentos no tienen precio.
Recuerdo con nostalgia aquellos momentos con mi primer equipo, mi Fujifilm XT-2 y mi XF100-400mm entre otros muchos objetivos, pero fue con aquel equipo con el que realicé esta imagen y alguna otra de la web(de la que hablaré mas adelante), también fue el equipo con el que comencé mi fotografía junto con la XT-1. https://www.fujifilm.eu/es/
Una vez en casa, con las imagenes en el ordenador, continuaban las sorpresas, al ver como en una de las imagenes esta hermosura tenia la lengua fuera. No me habia dado cuenta en el momento de la toma, entre la concentracion por no moverme y la excitacion del momento habia pasado totalmente desapercibido el "guiño" que me dedicaba, con el cual había conseguido bajo mi cripterio una imagen repleta de ternura.